Tal vez sólo sea una pero hay días en que se siente como una revolución adentro de mi. No diré "dentro de mi cabeza" porque a veces lo siento en todo el cuerpo, siento que salen desde lo más profundo de mi estómago hasta llenarme por completo.
Hay una voz profunda... es la que tiene en su diccionario frases como:
"¿En serio te estás ahogando en ESE vaso de agua OTRA VEZ?"
"No deberías enojarte por semejante tontería"
"¿Para qué lo quieres a él? De todos los hombres existentes en el planeta... ¿Qué tiene él que lo hace TAN ficticiamente especial?"
"Deja que se enfríe todo, piénsalo bien y luego arreglas las cosas"
"Estás haciendo JUSTO ESO que a ti no te gusta que te hagan"
Es esa voz que impide que me lance del quinto piso en un momento de desesperación, es la que en medio del caos que pudiera rodearme en algunos momentos, se mantiene calma y pacífica, la que siempre tiene la razón. Afortunadamente, es una de esas voces con un timbre fuerte, seguro, tranquilizante. No entra en pánico, no te estresa, y te dice la verdad cruda y sin adornitos cursis.
Hay otra voz, esa que me empuja a hacer cosas, una voz que reta, que te dice que no importa lo que suceda, siempre vas a poder con todo. Es esa voz que aún en los días en los que ya no puedes mas, te dice como decía mi mamá cuando no podía con las matemáticas.
"Llora, sé que quieres llorar, entonces llora con todas tus fuerzas y cuando termines de llorar, inténtalo otra vez"
Es esa vocesilla que a veces quisieras arrancarte por miedo a fracasar, que te está molestando siempre para que hagas lo que tienes qué hacer, lo que quieres hacer.
Está la voz del miedo, la precavida a niveles exponenciales, la que hace que vayas caminando por la calle con las llaves de tu casa en las manos "por si ese sujeto de ahí nos viene siguiendo". Es una voz misteriosa, con timbre bajito pero profundo, uno de esos sonidos que hace que se te revuelva el estómago y que te ataca cuando menos te lo esperas, cuando menos lo necesitas, cuando todo está oscuro y trágico, entonces te ataca con un flash de imágenes que no puedes evitar ver, que te impiden respirar, que te hacen un nudo las entrañas.
Existe la que baña todo de rosa, la que te dice que todo va a estar bien, que te solapa todo lo que haces, que por más que la hayas regado en cualquier cosa, te dice que no tendrías que preocuparte por la leche derramada porque al fin y al cabo nadie más quería leche. La que es buena contigo, complaciente, solapadora.
Y finalmente hay un grito. Un grito desgarrador que envuelve todo lo anterior. Un grito de miedo, frustración, enojo, desesperanza, todo junto englobado en un sonido alarmante que llena todo mi interior. Un alarido que va rompiendo todo lo que encuentra a su paso, que sangra, que pulsa, que duele. Un grito que a veces suena más bajo y otras veces me impide escuchar nada más.